Las bodegas más tradicionales, las conocidas como “calaos” o “cuevas”, excavadas en la tierra y a veces en la misma roca, necesitaban alguna solución para que el gas carbónico emanado durante la fermentación de la uva, llamado “tufo”, no se almacenara en el interior de las mismas.
En el cerro del barrio de Bodegas sobresalen estas pequeñas construcciones en piedra de sillería a modo de chimeneas, las “tuferas” destinadas a la ventilación de las bodegas.
Son obras del siglo XIX y XX.